Historia/mito de Deméter

Laura Cabrera Guerrero
Historia del Arte
Démeter, o su equivalente en romano, Ceres, es la diosa de la agricultura, representada en el ámbito artístico habitualmente con trigo, ramos de flores o cestos de frutas en sus manos, y una de las más relevantes y veneradas en la cultura griega y romana. Imagen por One.

Devorada junto a sus hermanos por un padre loco que deseaba permanecer siempre en el poder.

Es una de las hijas de Cronos y Rea, y la hermana de Zeus, Hades, Poseidón, Hera y Hestia.

Deméter fue devorada por su padre como el resto de sus hermanos (exceptuando Zeus, el menor, el cual Rea logró que se librara de aquello).

Permanecieron mucho tiempo en el estómago de Cronos, hasta que Zeus ya mayor, regresó dispuesto a derrotar a su padre y salvó a sus hermanos.

La hermana más guapa despierta sentimientos inapropiados a Poseidón y Zeus.

Deméter era la más bella entre las hermanas, todas agraciadas. Sin embargo, destacaba tanto la belleza de la diosa, que Poseidón y Zeus, sus propios hermanos, se sintieron atraídos hacia ella. Para evitar al primer hermano, Deméter se convirtió en una yegua y trató de huir velozmente de este. Pero Poseidón fue astuto y él también se transformó en un semental. Fruto de la unión entre ambos nació Arión, un pequeño y bello potro, que al alcanzar la edad adulta adoptó la forma de un caballo inmortal mágico, dotado con el don de la elocuencia.

Después vino Zeus, y Deméter no se resistió a su hermano, tal vez porque deseaba tener descendencia y no ir siempre sola de una tierra a otra. Y en efecto se quedó embarazada, poco tiempo después dio a luz a una bella hija, Perséfone.

La desaparición de su hija. El dolor. La tierra se muere.

Deméter crió a su hija ella sola, no necesitaba para nada al picaflor de su hermano, siempre tratando de seducir a la gente. Perséfone creció feliz junto a su madre y se convirtió en una muchacha tan guapa como su madre, una belleza diferente, pero a la altura de su primogénita. Su tío Hades, que en raras ocasiones salía de su reino, se enamoró de la joven, y sabiendo que Deméter jamás le permitiría que se acercara a ella, decidió raptarla.

Cuando Deméter se dio cuenta de la desaparición de su hija, aquello que más quería, sintió un dolor devastador en el pecho y lloró como nunca había llorado. Pero las lágrimas no iban a devolverle a su hija. Sumida en la pena pero cargada de determinación, Deméter comenzó la búsqueda. Nada de lo que sucedía a su alrededor importaba en ese momento. Su único propósito era recuperar a su pequeña.

Durante el tiempo que transcurrió mientras la diosa buscaba a su hija, desatendió su tarea en la tierra. Y así llegó un frío gélido, los campos morían, la tierra se secaba, la gente comenzó a morir de hambre. Deméter era esencial para que las plantas crecieran y los humanos pudieran cosechar y recolectar alimento. Si no volvía a entregarse a su tarea, todo estaría perdido.

La diosa permanece un tiempo en Eleusis.

La incansable búsqueda seguía, y Deméter se alojó una temporada en la ciudad de Eleusis, al sur de Grecia.

El rey que gobernaba dicha ciudad, llamado Céleo, fue benevolente y hospitalario con la diosa de la agricultura. Colmó a Deméter de cuidados y atenciones y le pidió que cuidara y educara a sus dos hijos: Demofonte y Triptólemo.

Deméter, que echaba tanto en falta a su hija, se volcó en atenciones con los dos príncipes mortales, y les cogió mucho cariño, como si fueran sus propios hijos.

Primero trató de convertir a Demofonte en un dios, concederle la inmortalidad. Para ello, lo cubrió de ambrosía y comenzó el ritual para su transformación, quemándolo sobre el fuego (lo cual, por raro que parezca, era la manera de hacerlo inmortal). Mientras Deméter realizaba el ritual, entró en la habitación la madre del niño, Metanira.

Al ver lo que la diosa hacía con su hijo chilló aterrada. No entendía (ni sabía) cuál era el propósito de quemar al pobre niño.

Deméter, molesta por falta de conocimiento de la reina, sacó al niño de las brasas y no completó el ritual que lo convertiría en dios.

Como el resultado no había sido el que la diosa quería, esta vez recurrió a otra opción, enseñó al hermano de Demofonte, Triptólemo, el arte de la agricultura, y así el joven príncipe introduciría lo aprendido al resto de los habitantes de la ciudad.

De aquí surgirían después los misterios eleusinos, unos ritos que se celebraban cada año en honor a Deméter y Perséfone. Estas festividades tendrían gran importancia en toda Grecia, y se extenderían posteriormente también a la cultura romana.

El pacto. El origen de las estaciones.

Mientras tanto, Zeus observaba del Olimpo todo lo que la desatención de su hermana estaba ocasionando en la tierra. Era hora de actuar (indirectamente, él no se manchaba las manos) y ordenó a su hijo y mensajero de los dioses, Hermes, que fuera al Hades y que su hermano liberara de una vez a Perséfone.

Hades accedió a regañadientes, pero hizo trampa y antes de que Perséfone partiera, le ofreció unas semillas de granada. La joven, sin sospechar nada, y ya atraída por Hades después de su tiempo juntos, se comió las deliciosas semillas y salió al mundo de los mortales. Allí la esperaba su madre, feliz de reencontrarse al fin. Se dieron un largo abrazo, y cuando Perséfone le contó que había comido granada, una sombra apareció en el rostro de Deméter. Ella sí sabía lo que aquello significaba. Cualquiera que ingiriera un alimento del Hades debía permanecer en él para siempre. Pero finalmente llegaron a un acuerdo: Perséfone permanecería seis meses al año en el Hades, y los otros seis junto a su madre. Todos felices.

Deméter volvió a ocuparse de la tierra, y esto dio origen a las cuatro estaciones: los meses de frío en los que nevaba y las hojas de los árboles caían serían otoño e invierno. La diosa estaba triste porque Perséfone estaba en el Hades. Y el resto del año, cuando hiciera calor, buen tiempo, y las flores florecieran, sería verano y primavera, cuando madre e hija estaban unidas.


Autora

Escrito por Laura Cabrera Guerrero para la Edición #12 de Enciclopedia Asigna, en 02/2012. Laura es estudiante avanzada en la carrera de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona. Aficionada a leer y escribir sobre la historia, el arte, la mitología, la música y la literatura.