La monarquía inglesa vivió un tremendo sacudón en el año 1936 cuando su flamante rey, Eduardo VIII, heredero al trono tras el fallecimiento de su padre el rey Jorge V, decidió abdicar por amor a una mujer.
La afortunada y destinataria de tan impresionante prueba de amor fue la celebrity norteamericana Wallis Simpson, quien no era aceptada en aquella época tan aferrada a los protocolos por ser una mujer dos veces divorciada.
El primer plano político y religioso de Inglaterra planteó su contrariedad, especialmente la Iglesia que prohibía que las personas divorciadas se volviesen a casar mientras su cónyuge estaba vivo, y mucho más aún si lo hacían con el monarca inglés.
Por otra parte, se había difundido la presunción que Simpson solamente estaba interesada en la posición social y política de su novio el rey.
Eduardo VIII recibió el título de Duque Windor tras su abdicación y cuando se casó con Simpson se le otorgó el mismo título a ella.
Si bien la pareja se mantuvo unida en matrimonio hasta la muerte de Eduardo en 1972, a causa de un cáncer de garganta, en los últimos tiempos, surgieron muchos rumores respecto del verdadero amor que se dispensó la pareja, echando por tierra la idea de un amor incondicional.
De ella se ha dicho que siempre siguió enamorada de su segundo marido y que mientras estaba casada ya con Eduardo se enamoró perdidamente de un amigo norteamericano que ayudó a la pareja cuando debieron asentarse en Paris.
También ha circulado por la prensa que Wallis quedó muy frustrada por la renuncia de Eduardo ya que ello impidió que se convirtiese en reina.
Y de parte de Eduardo se ha sostenido que lo movió una obsesión más que el amor por Wallis.
Quien había recibido el título de Príncipe de Gales y era heredero al trono por ser el primogénito del monarca no volvió a desempeñar ninguna función protocolar como las que supo desplegar mientras esperaba ocupar el lugar de su padre el rey.
Falleció en Francia el 28 de mayo del año 1972.