Durante años se preparó para ocupar la presidencia de Argentina y cuando ese día llegó en 1999, tras ganarle las elecciones presidenciales al Peronismo con el respaldo de una alianza que tejió con su partido la UCR y el Frepaso, nada salió como lo había proyectado y ni siquiera pudo completar el mandato, renunciando al cargo de presidente tras un poco de más de dos años de una malísima gestión.
De niño mimado del radicalismo, cuando en la década del setenta acompañó en la fórmula presidencial al histórico dirigente radical Ricardo Balbín, tras la crisis de 2001 que se gestó en su errática presidencia pasó a ser una de las figuras más cuestionadas dentro de su partido y ni hablar del recelo que despertó desde ese momento su figura en la opinión pública en general.
Su historia comenzó en la provincia de Córdoba, en 1937, donde nació y se graduó como abogado.
Su temprana militancia en el radicalismo lo llevó a ocupar un lugar destacado dentro de la renovación del partido, y en 1973 ganó la senaduría por la Capital Federal.
La llegada de la dictadura militar en 1976 lo alejó de la política.
Con el restablecimiento de la democracia se enfrentó en la interna radical con Raúl Alfonsín, sin embargo, no pudo imponerse y este último terminó siendo el candidato del partido y el presidente para el período 1983-1989.
Con el menemismo absolutamente desgastado y desprestigiado su figura que emanaba honestidad y seriedad terminó por captar el voto popular que exigía a gritos un cambio de políticas y de formas.
En asociación con dirigentes de otros espacios políticos que compartían la necesidad de un cambio: Carlos “Chacho” Alvárez, y Graciela Fernández Meijide, formó la Alianza, y en 1999 se impuso a su principal competidor del PJ Eduardo Duhalde.
Probó con varias recetas económicas y con varios ejecutores desde el ministerio de economía pero no pudieron doblegar un contexto cada vez más complejo.
Y a lo económico se le sumó una crisis política desatada por el caso denominado coimas en el senado para aprobar una ley de flexibilización laboral y las desavenencias con su vicepresidente Álvarez quien al renunciar a su cargo dejó a un De la Rúa híper debilitado y más solo.
La instalación del corralito financiero que limitada la extracción de dinero de los bancos y la retención de los depósitos bancarios anunciaron el colapso.
Su actividad política se interrumpió definitivamente a partir de ese momento, no volvió a ocupar más cargos públicos, y tuvo que someterse a diversos procesos judiciales en los que se lo acusó de mal desempeño.
En 2018 debió ser atendido de urgencia en varias ocasiones a raíz de sus problemas coronarios.
Autor: Redacción Quien.NET