Terrorista para unos, héroe nacional para otros, este anarquista serbio bosnio, que en los primeros años del siglo XX militaba a favor de la causa por la liberación de la por entonces provincia austro húngara Bosnia-Herzegovina, su integración con Serbia, y la formación de un estado independiente del Imperio austro húngaro, fue el responsable material de uno de los eventos más trágicos de la política mundial y que tendría como inmediata consecuencia directa la Primera Guerra Mundial.
El príncipe heredero se encontraba en una visita oficial, y el grupo anarquista y extremista Joven Bosnia que este integraba, aprovechó el evento para demostrarle su rechazo a la dominación austro húngara.
Tanto él como el resto de los participantes del magnicidio fueron juzgados y condenados a prisión.
En su caso cumplió prisión en República Checa y falleció allí mismo, cuatro años después, en abril de 1918, con tan solo 23 años, a causa de tuberculosis y de las malas condiciones carcelarias.
Por decisión de sus padres, que querían un buen futuro para su hijo, cuando terminó los estudios primarios se fue a vivir a Sarajevo con su hermano mayor que había desarrollado un próspero negocio de maderas.
En esta época entraría en contacto con la agrupación nacionalista y anarquista Joven Bosnia a través de la cual terminaría ejecutando el magnicidio.
Dependiendo del lado en que se esté situado cambia la percepción sobre el accionar de este hombre que terminó siendo el responsable de las transformaciones en el escenario europeo tras la primera de sus dos grandes guerras, porque para los yugoslavos y gran parte de los bosnios fue un héroe nacional, mientras que por supuesto para los austriacos y otros actores europeos no fue más que un asesino y terrorista.
Autor: Redacción Quien.NET