En los tres milenios de historia del fantástico Antiguo Egipto muy pocas mujeres accedieron al cargo de faraón o reina-faraón, en tanto, Hatshepsut, ha sido una de las privilegiadas que sí lo hizo bajo el dominio de la Dinastía XVIII (1550 y 1295 A.C.) considerado el período de mayor apogeo de esta civilización.
Fue hija del gran faraón Tutmosis I y llegó al poder luego de la muerte de su esposo Tutmosis II, quien además era su hermanastro.
La relación con su padre fue tan cercana, que éste, a pesar de los usos y costumbres, la integró a la vida imperial.
Su llegada al poder estuvo rodeada de controversias a las cuales ella supo imponerse y superar.
El matrimonio con su hermanastro la elevó a reina consorte.
En tanto, la temprana muerte de su esposo la dejó viuda y asumió de inmediato la regencia en nombre de su hijastro Tutmosis III.
Pero jamás le daría el poder pleno a este aun cuando llegase a la mayoría de edad y esto provocó una particular circunstancia en el imperio que contó con dos faraones que convivieron sin disputas.
Algunos hasta sospechan que su heredera, Neferu-Ra, podría haber sido hija de él.
Senenmut fue quien llevó a cabo la obra del templo funerario de Hatshepsut conocido como Deir el-Bahari, erigido en la orilla occidental del Río Nilo, excavado en la montaña y al que se podía acceder por un camino y un conjunto de rampas.
Justamente por destinar casi todos los esfuerzos a la construcción de templos y el desarrollo de infraestructura es que le dedicó poco y nada a la cuestión militar, siendo Hatshepsut una gobernante que apostó especialmente por la paz.
En 2005 el célebre egiptólogo Sahi Hawass y su equipo de investigación identificaron a la momia KV60a, hallada hacía mucho tiempo en el Valle de los Reyes, como la reina-faraón Hatshepsut, causando por supuesto una fantástica repercusión en el mundo especializado en el Antiguo Egipto.
Autor: Redacción Quien.NET