Muchos aseguran que hay personas a las cuales las adversidades los envalentonan de tal manera que luego son capaces de lograr hasta lo imposible…
De niño esquivó las bombas que enmarcaron la cruel guerra de los Balcanes, incluso presenció el asesinato de su propio abuelo, y más tarde, tuvo que sobreponerse a ser rechazado una y otra vez por varios equipos que desconfiaban de su aspecto frágil y le negaban su sueño de convertirse en futbolista profesional.
La práctica con la pelota, que a veces era en solitario y otras veces acompañada por otros niños refugiados, fue una manera de escaparse de una de las guerras más cruentas de la historia.
Los dirigentes del club NK Zadar, que lindaba con el refugio, no tuvieron dudas respecto de las condiciones de Modric y así es que lo prepararon hasta que a los 16 años, el club más importante de Croacia, Dínamo Zagreb, lo incorporó a su plantel.
En una liga dura demostró, no solamente su habilidad, sino también su fuerza para desmarcarse de rivales aguerridos y superarlos con goles.
Su trayectoria en el seleccionado de Croacia comenzó en el año 2006, en el mundial de Alemania, y continuó en Brasil 2014, y en Rusia 2018, donde lograría su lucimiento personal y el del equipo en pleno.
Cayó ante Francia por 4 a 2, pero la derrota, paradójicamente, tuvo gusto a victoria porque fue la primera vez en la historia futbolística del país que el seleccionado croata llegó a una instancia definitoria tan relevante y él recibió el premio al mejor jugador del certamen.