Fue una investigadora y matemática alemana que amó su tierra de adopción: Perú, de la cual siempre admiró sus paisajes naturales y riqueza cultural, y que serían el objeto de su estudio y análisis durante gran parte de su existencia.
Nació a comienzos de siglo XX (1903), en Dresde, Alemania.
A los 29 años viaja a Sudamérica para convertirse en la maestra de los hijos del cónsul alemán en Perú.
Una vez instalada se contactaría con los dos antropólogos más relevantes que residían allí: Tello y Kosok, quienes le acercaron el conocimiento de las singulares Líneas de Nazca, unas antiguas figuras diseñadas en gran parte del terreno que compone el desierto de Nazca (Perú), por parte de la cultura homónima, que ostentó una notable influencia entre los siglos I y VII, y que fueron declaradas por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El cambio climático es sin duda alguna uno de sus principales enemigos naturales.
Sus estudios e investigaciones sobre dichas líneas fueron sustanciales para conocer más detalles de su significado y de la cultura que las legó.
Creó el primer mapa sobre ellas, en el año 1974, e identificó y dató muchos diseños de animales, hasta ese entonces indescifrables.
Falleció en Perú, en el año 1998, y la modesta casa en la cual vivió los últimos años de vida se convirtió en un museo.
En orden a seguir homenajeando a la gran cuidadora de las líneas, el aeropuerto de la ciudad de Nazca lleva su nombre.