Fue uno de los humoristas más notables y populares de la Argentina durante el siglo XX.
Muchos de ellos, que datan de la década del sesenta del siglo XX, permiten inferir que la Argentina en materias de política y economía padece problemas que se repiten cíclicamente, siendo uno de los más emblemáticos el de la obsesión argentina por el dólar estadounidense, y que en varias oportunidades fue el tema central de los monólogos del gran Tato.
El de Tato Bores es el seudónimo que eligió para hacer más simples su nombre y apellido originales, Mauricio Borensztein, y con el cual triunfó en el medio artístico argentino.
Introdujo una renovación impresionante en el lenguaje del humor político, recitando los mencionados monólogos con una rapidez impresionante que no afectaban para nada la claridad del mensaje, y que casi siempre dejaban incómodos a los personajes políticos del momento.
Vale decir que en muchas oportunidades su programa sufrió levantamientos temporarios, y cuestionamientos por parte de los gobiernos de turno.
Decía las verdades más estridentes e insoportables para la política con una combinación de fina ironía, sabiduría, y habilidad, que enamoró a los públicos de varias generaciones, incluso, a aquellos que no tuvieron el gusto de verlo en vivo pero que gracias al recurso de las redes sociales pueden hoy apreciar su talento a través de los videos que allí se cuelgan.
Nació y murió en la ciudad de Buenos Aires, en 1925 y 1996, respectivamente.
Lamentablemente un doloroso cáncer óseo se lo llevó a los 70 años.
Estuvo casado con Berta, con quien tuvo a sus tres hijos: Alejandro, Marina, y Sebastián, que siguieron sus pasos…
Tras su fallecimiento, Sebastián, inició una carrera como director, y Alejandro, además de dedicarse a la arquitectura, es un agudo editorialista de humor político del diario Clarín, y quien más evoca la labor de Tato.
Autor: Redacción Quien.NET